domingo, 26 de junio de 2011

Besos.

“Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí. Respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”

Besos, desde siempre vistos, pero nunca entendidos. Visto desde fuera eran como un juego sin sentido, una guarrería de adultos que solo transmitía saliva. Y entonces quisimos probar eso a lo que llamaban beso.

Mi primer beso con 8 años, seguramente el beso más sincero, el más inocente, y único que será eterno. Aunque por aquel entonces sólo fue un impulso de niños en el que nos besamos con miedo, quizás hasta con asco para descubrir que dos labios unidos significaban más que el simple acto físico de besarse. Fue corto, muy corto y experimental. Sería la mejor despedida de mi vida.

Con el tiempo el asco y el miedo con el que distes el primero desaparecen, y ya no son tan cortos ni tan experimentales, se convierte en un código que sólo aquellos que lo practican logran entender. Será el inicio de la demostración física del amor más puro, un beso que encumbra la pasión a la máxima potencia porque es fuerte, enérgico, sentido, arriesgado porque sabes que de él depende la situación.

Lo más curioso, es que cada uno es único, ¿alguna vez te han dado dos besos iguales? Para cada uno será descriptiblemente diferente, muchos dicen que el tiempo se para, que al rozar los labios en ese acto el suelo bajo tus pies desaparece…

Pues para mí son todo lo contrario, es como si supiese que el suelo se encuentra ahí, puedo sentir todo el planeta bajo las suelas de mis zapatos mientras el mundo gira de forma incontrolada, en la que parece que pasan horas, en algo tan fugaz. Las llamadas “mariposas en el estómago” me hacen querer llorar y reír al mismo tiempo. Quisiera recordar por siempre esos segundos que no quieres que terminen nunca, en los que expresas lo que sientes con tus labios... sin palabras. Donde cada te quiero cobra un sentido único.

“…Sin prisa
Despacio
Sus alientos se mezclaron creando un nuevo sabor jamás probado

y sin llegar a más
sus labios se separan lentamente…”

Y claro nunca debe faltar después de un buen beso...un buen suspiro.

miércoles, 15 de junio de 2011

Monstruo.


Es ese lado secreto de mí, el que nunca te dejo ver. Lo encierro, pero no puedo controlarlo. Así que será mejor que te mantengas alejado de mí, porque no te gustará lo que hay aquí adentro. Me hace sentir rabia incontrolada, que no puedo soportar. Escribe en mis paredes sensaciones inefables. Si despierta, no podre controlarlo, y andará bajo mi cama, se apoderará de mi cuerpo, y destruirá mi mente. ¿Por qué no hay alguien que venga y me salve de esto? Y lo acabe.

Intento mantenerlo escondido bajo llave y candado. Se mantiene en la oscuridad, pero si escapa, no habrá escapatoria, querrá mi alama, mi cuerpo, y mi mente. Y cuando lo consiga, nadie me oirá gritar.

Lo siento muy debajo de mi piel. Debo confesar que me siento como un monstruo. Odio en lo que me he convertido, y esta pesadilla acaba de comenzar. He perdido el control, esto es algo radical.

Y tal vez sólo es un sueño. Tal vez está dentro de mí. Tal vez soy yo ese monstruo.